Aún recuerdo esa calurosa mañana de verano, creo que nunca la podre borrar de mi mente...
Ese día mi prima Gispa y yo madrugamos mucho para poder hacer el largo camino hacia el río y bañarnos durante todo el día en él olvidandonos del abrasador calor por unas pocas horas.
Durante mi corta vida, recorrí ese camino cientos de veces, era practicamente el mismo que hacía de vez en cuando para asistir al colegio, algo que me encantaba. Desgraciadamente no siempre podía permitirme ese lujo ya que aveces debía cuidar de mis hermanos o ayudar en el campo durante la temporada de siembra o en la de recogida.
Tras un día entero nadando, durmiendo a la sombra de los árboles y comiendo algunas frutas que nuestras madres nos había preparado partimos hacia nuestra aldea enormemente cansadas pero muy felices.
El estruendo de la mina antipersona me taladró el tímpano, tras ello sobrevino un dolor indescriptible, un calor agobiante...y después de todo eso llegó la oscuridad, el silencio, la calma...
Al despertar lo primero que vi fue a mi prima, Gispa, mirándome fijamente y con los ojos llorosos, no podía escuchar lo que me decía porque mis oídos debían haber sufrido con el estruendo, pero si que sentía un dolor horrible y agudo en mi pierna... Cuando bajé la vista para mirar la causa del dolor la sangre se me heló y el mundo se me vino encima... Me había quedado sin pierna, había sido mutilada por una mina antipersona de una guerra que no había sido la mía...
Ahora, dos años después doy gracias a Dios porque me han devuelto la esperanza, una ONG implicada en casos como el mío me ha conseguido una prótesis y podré volver a caminar con normalidad.
¿Conocen más casos como el de este chico, en el que a causa de una guerra alguien inocente ha salido perjudicado?
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